Experimentando el amor de Dios: una conversación de adultos jóvenes con Mark Yaconelli

Foto por Mandy García
Mark Yaconelli habla con los jóvenes adultos.

Diecinueve adultos jóvenes se reunieron para una conversación informal con Mark Yaconelli el sábado por la noche en la Conferencia Anual en Charlotte. Un círculo de sillas llenaba la pequeña sala de conferencias y la conversación grupal era cómoda. Se hicieron breves presentaciones antes de que Mark contara una historia para establecer el tema de nuestro tiempo juntos.

Un amigo suyo visitó un salón de clases de niños de jardín de infantes y les preguntó: "¿Cuántos de ustedes pueden dibujar?" Todos los niños levantaron la mano. "¿Cuántos de ustedes pueden cantar?" Una vez más, todas las manos se levantaron. “¿Cuántos de ustedes pueden hacer un dibujo de un cerdo en una nave espacial o cantar una canción sobre una tortuga bailando en los árboles?” Después de reflexionar solo un momento, se enfrentó a una sala llena de artistas creativos y dispuestos con las manos en alto.

Más tarde, ese mismo amigo visitó un salón de clases lleno de estudiantes universitarios y les hizo las mismas preguntas: ¿Sabes dibujar? ¿Puede cantar? Pero después de cada pregunta, solo se levantaban una o dos manos, y esas admisiones venían con calificativos como "Solo hago dibujos de bodegones" o "Solo canto cierto estilo de música".

Esto llevó al amigo de Mark a hacer una pregunta final: "¿Qué te pasó en los últimos 13 años?"

El punto de la historia era que todos comenzamos confiando en nuestras habilidades y empoderados para ser creativos. Pero no muchos años después entramos en una sociedad que mide nuestro valor solo por la apariencia, los logros y la riqueza. Esa presión conduce al miedo y la ansiedad, que es lo opuesto al amor.


Foto por Mandy García

Para responder a esta conclusión, Mark comenzó dos listas en una hoja grande de papel pegada a la pared. Una columna estaba marcada como “Ansiedad” y la otra como “Amor”. Bajo "Ansiedad" había palabras como "resultados", "conformidad" y "control", pero paralelas a esas palabras había otras en la categoría "Amor" como "relaciones", "crear" y "contemplación". Cada joven adulto en el círculo identificó momentos en sus vidas que encajan en cada categoría, y la conclusión de Mark fue que cada persona ha experimentado momentos del amor de Dios, pero rara vez nos detenemos lo suficiente como para saborearlos, para ver cómo pueden cambiarnos.

Entonces Mark invitó al grupo a separarse, buscar una postura cómoda y cerrar los ojos. Luego guió a los participantes a través de un ejercicio de oración en silencio. Fue una búsqueda a través de los recuerdos, una búsqueda de momentos sagrados, momentos en los que el amor de Dios estaba más claramente presente. Preguntó cómo eran esos momentos, cómo se sentían, cómo olían y se sentían al tacto.

Después de varios minutos de meditación, el grupo se dividió en varios más pequeños y compartieron lo que se sintieron cómodos compartiendo de la experiencia. Para algunos fue difícil, para otros fue un alivio. Para todos requería vulnerabilidad.

Mark planteó una pregunta final, que fue respondida con una tranquila reflexión y reflexión: ¿Cómo podemos asegurarnos de continuar experimentando momentos sagrados de amor en una sociedad impulsada por la ansiedad?

Aunque el tiempo fue breve y el salón era pequeño y poco atractivo, el Espíritu Santo hizo preciosos los minutos y llevó a los participantes a lugares hermosos. Quizás para algunos, esta experiencia podría ser incluso su recuerdo más reciente de experimentar la presencia amorosa de Dios.

–Mandy J. García es personal de comunicaciones de donantes para la Iglesia de los Hermanos.

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