Sentencia de la Corte de República Dominicana desde la perspectiva internacional

Por Doris Abdullah, representante de la Iglesia de los Hermanos ante las Naciones Unidas

El fallo judicial del 25 de septiembre en República Dominicana niega la nacionalidad dominicana a los hijos de inmigrantes indocumentados que hayan nacido o se hayan registrado en el país después de 1929 y que no tengan al menos un padre de sangre dominicana. Esto viene bajo una cláusula constitucional de 2010 que declara que estas personas están en el país ilegalmente o en tránsito.

Este fallo judicial ha hecho que muchos se expresen con preocupación en las Américas, el Caribe y la comunidad internacional, incluida la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos con sede en Ginebra, Suiza. Se han realizado manifestaciones contra el fallo judicial en Nueva York, que tiene una gran población de residentes haitianos y dominicanos.

La Iglesia de los Hermanos tiene preocupaciones sobre la nueva ley, expresadas particularmente a través de la oficina de Servicio y Misión Global encabezada por Jay Wittmeyer, porque el fallo afectará de manera desproporcionada a los hermanos y hermanas de ascendencia haitiana en la República Dominicana. Expresé la preocupación de la iglesia por el fallo del tribunal en la sesión informativa de la ONG de Nueva York del 21 de octubre con el secretario general adjunto de Derechos Humanos y escribí un breve resumen del fallo basado en informes y documentos disponibles en la Oficina del Alto Comisionado.

En primer lugar, cabe señalar que la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial, que es uno de los órganos de tratados de la ONU más antiguos, ha declarado que ninguna nación está libre de discriminación racial. Como tal, no debemos juzgar a la República Dominicana con menos o más dureza que nuestro propio país o cualquier otro país.

El fallo en RD infringe otros pactos y acuerdos internacionales, así como el de discriminación racial, incluido el Pacto Internacional de Derechos Sociales, Económicos y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; los Derechos del Niño; y más notoriamente la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (1990). Que algún país no haya firmado un acuerdo de las Naciones Unidas no hace válido su incumplimiento.

La población de República Dominicana ronda los 10 millones, de los cuales se estima que unos 275,000 mil son de ascendencia haitiana y están afectados por el fallo judicial. La mezcla racial del país es abrumadoramente de origen africano y europeo. Según un informe de abril de este año, la negación racial y estructural del origen africano del país en su población es un factor que limita las medidas para superar la discriminación racial, y parece haber intentos de que las personas no se identifiquen como negras. El informe solicitó al gobierno que “enmiende su ley electoral para permitir que los dominicanos se identifiquen como negros, mulatos”. El informe señala además que términos como “indio-claro (indio de piel clara) e indio-oscuro (indio de piel oscura) no reflejan la situación étnica del país y vuelven invisible a la población afrodescendiente de piel oscura”.

No es casual ni arbitrario que se haya elegido “después de 1929” como el año en que se debe negar la ciudadanía a las personas nacidas de padres haitianos. La mayor parte de los migrantes haitianos a la RD llegó a las plantaciones de azúcar a principios del siglo pasado. La mayoría ya estaría muerta, pero declarar a sus descendientes como no ciudadanos sería otro medio para librar al país de personas nacidas de origen haitiano y, por extensión, descendientes de africanos.

El 18 de diciembre fue el Día Internacional del Migrante de las Naciones Unidas. Una declaración de conmemoración conjunta sobre la difícil situación de los migrantes, que incluiría a los de ascendencia haitiana en la RD, fue emitida por el Relator Especial de la ONU sobre los Derechos Humanos de los Migrantes, Francois Crepeau; el presidente del Comité de la ONU para la Protección de los Derechos de todos los trabajadores Migrantes y sus Familias, Abdelhamid El Jamni; y el Relator sobre los Derechos de los Migrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Felipe Gonzales. Una vez más recordaron al mundo que “los migrantes son ante todo seres humanos con derechos humanos”. Los migrantes “no pueden ser percibidos o retratados solo como agentes de desarrollo económico” ni como “víctimas indefensas que necesitan rescate y/o fraudes criminales”.

Sigamos orando y esperando que el gobierno y el pueblo de la República Dominicana abracen todo su patrimonio cultural mientras brindamos apoyo a nuestros hermanos y hermanas de origen haitiano. Nos regocijaremos en el día que los dominicanos reconozcan el aporte africano a su país, y permitan a sus ciudadanos la libertad de elegir su identidad racial y cultural sin prejuicios.

— Doris Abdullah de Brooklyn, NY, es representante de la Iglesia de los Hermanos ante las Naciones Unidas y presidenta del Subcomité de Derechos Humanos de las ONG de la ONU para la Eliminación del Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Relacionadas con la Intolerancia.

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