Reflexiones sobre Cuba, diciembre de 2011

Foto de José Aurelio Paz, Coordinador Área de Comunicaciones del CIC
Michael Kinnamon (derecha), secretario general del Consejo Nacional de Iglesias de EE. UU., conversa con el líder político cubano y miembro del Politburó Esteban Lazo (izquierda) durante una delegación ecuménica de líderes eclesiásticos de EE. UU. en Cuba. La delegación incluyó a Becky Ball-Miller, representante de la Iglesia de los Hermanos, miembro de la Junta de Misión y Ministerio de Goshen, Indiana.

Becky Ball-Miller, miembro de la Junta de Misión y Ministerio de la Iglesia de los Hermanos y directora ejecutiva de Troyer Foods, Inc., una empresa propiedad de sus empleados en Goshen, Indiana, escribió la siguiente reflexión después de regresar de una delegación ecuménica en Cuba :

Ha pasado poco más de una semana desde que regresé de Cuba como parte de una delegación del Consejo Nacional de Iglesias (NCC) reunida con el Consejo de Iglesias de Cuba. No he "escrito" mis pensamientos en papel antes de esto por dos razones; primero, la vida tiende a estar muy llena cuando entramos en Adviento y regresamos de los viajes, y segundo, y sobre todo, porque tengo una miríada de pensamientos, sentimientos y respuestas a mi tiempo libre.

Viajé a Cuba en 1979 para una clase de enero en el Manchester College. Tenía curiosidad por ver cuánto recordaba de ese viaje y cómo mis respuestas pueden haber cambiado, tanto por el cambio en Cuba como especialmente por el cambio en mis suposiciones y expectativas de vida. En 1979 me describía a mí mismo como un “estudiante universitario pobre” y hoy en día algunos me describen como una persona de negocios rica y exitosa que ha sido bendecida con oportunidades para servir a mi comunidad de fe.

Me intrigó lo similares que han sido mis reflexiones sobre el pueblo cubano y nuestra relación con Cuba. Como reflexionó un colega, el pueblo cubano a menudo dirá que puede ser pobre pero no está desesperado. Es evidente que se sienten “cuidados”. Abogan fuertemente y verbalizan a menudo su creencia en el derecho fundamental de todos los cubanos a la atención médica, la educación, la alimentación y la vivienda. El miembro del Politburó cubano Esteban Lazo compartió que si él tiene dos papas y su vecino no tiene ninguna, entonces debe compartir la suya con su vecino. Es difícil no tener imágenes de la iglesia primitiva inundando mi mente.

Mientras trabajábamos con el Consejo de Iglesias de Cuba para desarrollar una declaración conjunta sobre nuestras relaciones con Cuba, mientras escuchábamos al pueblo cubano y al representante del gobierno, mientras dedicábamos tiempo a la oración y la reflexión, me pareció claro que el embargo estadounidense se siente muy parecido a la intimidación y guardar rencor. Cuando compartieron las terribles condiciones económicas experimentadas en Cuba después de la caída del muro en 1991 (que equipararon con nuestra gran depresión), no pude evitar pensar que perdimos una oportunidad perfecta para tender la mano y ser un buen vecino, tanto ejercitando y pidiendo perdón como entrando en una relación nueva y vivificante.

¿Qué significa esto ahora? ¿Qué he aprendido de mi experiencia? ¿Cómo voy a vivir de manera diferente? Estaba intrigado por lo similares que han sido mis respuestas a 1979. Mi sensación es que muchos cubanos tienen un fuerte sentido de identidad cristiana y tal vez "hacen" la iglesia mejor que muchos estadounidenses. Me intrigaba el nivel de cuidado fundamental de unos por otros en medio de lo que definiríamos como pobreza y tal vez incluso opresión. Tenía curiosidad por la declaración de un asesor económico con el que nos reunimos de que no son una nación socialista, sino una nación fundada sobre principios socialistas. Otro colega compartió que muchos de los feligreses describieron a Castro como un padre estricto que cuidaba a sus hijos y tenían que hacer lo que él decía.

Tal vez mientras lee esto, muchas emociones y pensamientos encontrados se arremolinan en su mente, al igual que en la mía. Me quedó claro que no hay lugar para el juicio y una gran oportunidad para aprender y mejorar la condición humana, para todos nosotros. Ciertamente ha tocado mi mente y espíritu con un nuevo nivel de interés en las formas en que podemos aumentar la ayuda humanitaria a Cuba y otras personas necesitadas.

Mis lecciones de vida de esta experiencia todavía se están formando. Sin embargo, esto lo sé: he estado mucho más sensibilizado tanto con lo “diferente” como con lo “igual” entre nosotros. Que, ante todo, quiero centrarme en la necesidad de ofrecer un cuidado que da vida, a mi(s) vecino(s) tanto cercano(s) como lejano(s), a la tierra de Dios, a las criaturas de Dios (sí, no pude evitar fijarme en los gatos y los perros e incluso reflexionar sobre la diferencia en el cuidado de nuestras mascotas) e incluso para mí mismo. Ha sido muy significativo alejarme de la “norma” (mi ajetreo y bullicio habitual) y recordar la conexión espiritual que el ruido en mi vida a menudo puede ahogar. Creo que esta experiencia continuará desarrollándome, mi relación con los demás y mi relación con Dios y por eso doy muchas gracias.

Que veamos cada día de esta temporada de Adviento, y siempre, como un nuevo regalo y una oportunidad para compartir la vida del Reino.

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