Probabilidad | 9 de noviembre de 2019

Avanzando hacia la gratitud

Ahhhh, noviembre. Esa gloriosa época del año en la que me siento abrumado por todo lo relacionado con la "especia de calabaza" y bombardeado por los "desafíos de gratitud" de las redes sociales.

Para ser justos, veo muchos beneficios en llevar algún tipo de diario personal de gratitud. La reflexión diaria sobre las bendiciones que hemos recibido es un gran primer paso para desarrollar la disciplina espiritual de la gratitud. Se nos instruye en una canción, después de todo, "cuenta tus muchas bendiciones, mira lo que Dios ha hecho".

Pero a veces las reflexiones de las redes sociales sobre la gratitud parecen convertirse en fanfarronadas o competencias. Incluso cuando reflexionamos sobre las cosas por las que estamos agradecidos, la insatisfacción se cuela cuando comparamos subconscientemente nuestra lista de bendiciones con las listas de nuestros amigos. O peor aún, nuestras bendiciones se convierten en una fuente de orgullo personal.

En 2 Corintios 9:9-11 leemos: “Como está escrito: 'Han esparcido gratuitamente sus dones a los pobres; su justicia permanece para siempre.' Ahora bien, el que da semilla al sembrador y pan para comer, también proveerá y aumentará tu provisión de semilla y aumentará la cosecha de tu justicia. Serás enriquecido en todo para que puedas ser generoso en cada ocasión, y por medio de nosotros tu generosidad resultará en acción de gracias a Dios” (NVI).

Estuve reflexionando sobre ese pasaje a principios de este año, no en preparación para el Día de Acción de Gracias, sino en anticipación de la Pascua. Durante esa temporada especial de Cuaresma, algunos cristianos se esfuerzan por renunciar a algo. Me sentí llamado a animar a mi congregación a regalar algo en su lugar. Nuestro enfoque era regalar nuestra gratitud, compartir nuestra gracia, una palabra que comparte la misma raíz.

Vivimos en una cultura donde hay una brecha de gratitud. Esta brecha se define como la diferencia entre lo que creemos y lo que practicamos. Meditar en las cosas por las que estamos agradecidos puede generar sentimientos de gratitud y satisfacción dentro de nosotros, pero ¿mueve a la comunidad y la sociedad en la que vivimos hacia la gratitud?

En su libro Agradecido: El poder transformador de dar gracias, Diana Butler Bass sugiere que la sociedad se beneficia de nuestros actos y expresiones de gratitud. Ella proclama que vivimos en una sociedad abrumada por el miedo a la escasez. Muchos están ansiosos porque simplemente no hay suficiente para todos. Nos preocupamos de que alguien más obtenga lo que merecemos, dejándonos injustamente necesitados. Esos sentimientos nos hacen prisioneros de la insatisfacción.

Su recomendación realmente resuena conmigo. Ella dice que cuando reconocemos y actuamos en función de nuestra abundancia, y francamente, según los estándares del mundo, todos vivimos con abundancia, nuestra comunidad se convierte en un lugar más seguro y feliz. Y cuando nuestra generosidad se ofrece en el nombre de Cristo, resulta en acción de gracias a Dios.

Únase a mí este otoño para cerrar la brecha. Vaya más allá de nombrar sus bendiciones. La gratitud crece cuando nos preocupamos lo suficiente como para contribuir. Nuestra comunidad florece. Y nuestro Dios es glorificado.

Ángela Finet pastores Nokesville (Virginia) Iglesia de los Hermanos.