Del editor | 5 de noviembre de 2020

capullos de flores de color púrpura
Foto por Wendy McFadden

Fen es una palabra que conozco solo porque hay una a pocas millas de donde vivo. El Bluff Spring Fen no es muy grande. Por sus caminos se escucha ocasionalmente el tráfico de la autopista y el paso de un tren, y en ciertos lugares se puede vislumbrar el equipo de la compañía de grava cercana que se eleva por encima de los árboles.

Esos signos de industria hacen que te maravilles aún más ante la combinación inusual a tus pies: kames (montañas de grava dejadas por el movimiento de los glaciares de hace mucho tiempo), pradera, sabana de roble y pantano. A poca distancia, uno encuentra flores silvestres de la pradera, árboles del bosque y juncias que llegan más alto que mi cabeza.  

Un pantano es un tipo distintivo de pantano alimentado por agua que se filtra desde el subsuelo. Este pantano en particular es aún más raro porque es calcáreo; el agua burbujea a través del calcio y otros minerales para crear un ambiente alcalino que puede albergar solo las plantas más adaptables. El agua emerge a una temperatura constante de 53 grados durante todo el año, creando un hábitat único en nuestro clima del norte.

Nuestro pantano local alberga alrededor de una docena de plantas que no se pueden encontrar en ningún otro lugar del estado. Pero éste no siempre fue el caso. Anteriormente, este raro lugar de la naturaleza se había utilizado para la minería y como vertedero de desechos de construcción y automóviles abandonados. Durante todos esos años, el agua se abrió paso persistentemente a través de los depósitos de piedra caliza y subió a la superficie.

Hace treinta años, un grupo comenzó a retirar los escombros y reparar la tierra. Aunque nunca vi el lugar en su estado anterior, estoy asombrado por su recreación. He visitado en primavera, verano y otoño, y cada vez aprendo un poco más.

Cuán agradecido estoy por aquellos que pueden ver debajo de un páramo e identificar el movimiento implacable de las profundidades. Tienen una imagen clara del resultado, aunque la transformación llevará años. En un mundo agobiado por tanto, necesitamos a quienes nos enseñen cómo descubrir lo sagrado.