Del editor | 15 de diciembre de 2022

Luz estelar

Estrella brillando intensamente en el cielo oscuro
Imagen de Gerd Altmann en pixabay.com

Para ver un eclipse lunar, tienes que estar en el lugar correcto con un cielo despejado, y ayuda si estás lejos de la contaminación lumínica de la vida de la ciudad. Entonces tuve la suerte de tener todas las condiciones adecuadas temprano en la mañana del 8 de noviembre.

De vacaciones en una casa alquilada, no estaba del todo seguro en qué dirección estaba la luna. Pero luego lo encontré: un brillante círculo de luz visible a través de la ventana delantera. A partir de una noticia más temprano ese día, supe lo que iba a pasar minuto a minuto.

Los fenómenos celestes debieron parecer misteriosos cuando no había NASA para contarte estas cosas. Hace mucho tiempo, el movimiento de la luna, el sol y las estrellas parecía mayormente predecible, pero a veces no. La actividad inusual en el cielo a veces provocaba miedo.

Pero el miedo no fue la respuesta de los magos cuando vieron una estrella dramática en el este. El poeta y teólogo brasileño Rubem Alves imagina lo que sintieron y lo que los impulsó a viajar tan lejos.

En su historia, encontrada en transparencias de la eternidad, estos magos son reyes que gobiernan con bondad y sabiduría, con sus tierras y gentes prosperando. Todo estaba bien, por lo que deberían haber estado contentos. Pero cada uno estaba lleno de una tristeza desesperada, anhelando algo más.

Entonces, uno por uno, cuenta Alves, cada uno desde su tierra vio una estrella magnífica en el cielo. Mientras cada rey miraba con asombro, escuchó una música hermosa y se llenó de felicidad. Pero los consejeros reales no pudieron ver la estrella ni escuchar la música. En estos tres reinos, se pensaba que el gobernante estaba senil y al borde de la muerte.

Sin inmutarse, cada uno de los reyes partió desde el norte, el oeste y el sur para seguir la estrella en el este. Después de muchos días, se encontraron por casualidad en la encrucijada donde se encuentran las cuatro direcciones del mundo, y allí supieron que estos otros viajeros también buscaban la estrella. Dijo Alves: “Todos venían de la misma nostalgia, y todos venían en busca de la misma alegría”.

Finalmente, los magos llegaron al establo de Belén. Allí descubrieron que no era la estrella la que daba luz. Más bien, fue el bebé quien dio luz a la estrella. Abrumados por la alegría y la risa, los reyes colocaron sus túnicas y riquezas en el suelo. “Esas cosas eran demasiado pesadas”, dijo Alves.

Y luego, cuando los reyes siguieron su camino, “se fueron ligeros”.

Wendy McFadden es editor de Brethren Press and Communications para la Iglesia de los Hermanos.